Capítulo 11

8 de marzo de 2025

Quiero comenzar contándoles que hace seis años y trece meses me dieron la sorpresa más hermosa de mi vida: me dijeron que iba a ser abuela.

Como ya se los he contado el miedo es una emoción que suele invadirme en diversas circunstancias. Sin embargo, esa vez no fue la más importante. Me inundaron mil sentimientos a la vez: alegría, nervios, pero sobre todo, mucha ternura.

Con los días, semanas y meses, fui viendo crecer a Isabella dentro del vientre de su madre. Y esta ha sido la experiencia más emocionante que nos puede tocar en la condición de abuelos. Para mí, fue ver crecer fuera de mí un pedacito de un pedacito mío.

Bella así la llamo; llegaste en un día de sol. Ese momento fue cálido: estabas frente a mí, un rollito de amor verdadero que sostenía fuerte entre mis brazos. Acompañé a la enfermera a darte tu primer baño; eras el bebé más grande del hospital y el más peculiar, porque llevabas un globo inmenso en tu cunero y un sonajero de trapo de mil colores. Fue mirarme en tus ojitos que se entreabrían y amarte como si no hubiera un mañana.

Te compuse canciones a mi manera, con una melodía quizá un poco desafinada, pero auténtica, como una abuela orgullosa. Ratoncita, en cada paso que has dado ahí hemos estado, con el pecho hinchado de orgullo. Nos has multiplicado el amor, le has puesto color y lo has iluminado todo con tu sonrisa, tus abrazos, tus besos. Porqué todo en ti es único.

Hemos aprendido juntas que, para curar una herida, basta con un beso, una palabra de amor y una tirita de corazones. He inventado mil cuentos y fábulas, te he besado infinito, te he malcriado "un poco mucho", pero para eso soy la abuela.

Eres un dulce despertar, aunque a veces lo hagas muy temprano. Revoloteas como una mariposa, con una energía que inunda y alegra nuestro hogar. Me ha tocado disfrutar muy cerquita de tu niñez y cada minuto y segundo a tu lado son irrepetibles.

Tus manitas y tus pies han ido creciendo, pero siguen siendo aún pequeñitos. Disfruto la forma en que me hablas y te explicas. Ahora que has aprendido a leer, nos sorprendes y expresas tus sentimientos como una niña mayor.

No quiero perderme nada de ti, porque eres mi sol, el alboroto, la fe, la inocencia, la alegría y todo lo bonito que nos da la vida. Cambiaste mi mundo. Eres la canción que llena mi corazón de ternura. Contigo no hay dolor, porque alivias cualquier momento difícil.

A veces, te he pedido que ya no crezcas, y me has contestado: "Abuela, lo haré, me haré mayor". Claro que sí, amor, tienes razón. Quiero que crezcas, que consigas todo lo que te propongas, que seas feliz, que brilles, que nunca pierdas ese color y ese amor que le pones a todo. Tienes muchos dones, y uno de ellos es que hablas más claro que la abuela. Y eso está muy bien. Me encanta poder compartir todo este tiempo contigo, un tiempo inmemorable e irrepetible que quedará grabado para siempre en nuestra mente y en nuestro corazón.

Isabella, tú no lo sabes, y yo tampoco lo sabía, pero llegaste en el momento perfecto. La magia la llevas contigo, porque eso nos has regalado. Nuestra familia creció de todas las maneras, y agradezco que hayas llegado a mi vida.

Ya sabes la pregunta del millón: ¿quién es la favorita? Y esa es la respuesta que queda entre nosotras dos.

Bella, esta y todas las vidas que me toque repetir, las quiero contigo, porque tú y yo estamos locas de amor.

2 comments on “Capítulo 11”

Responder a Carmen Castañon Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Síguenos en tu red social favorita

Copyright © Carmen Castañon | Todos los derechos reservados

Este es un proyecto que lleva en mi cabeza mucho tiempo y que por fin puedo hacer realidad, espero os guste.

linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram