Capítulo 6

17 de junio de 2024

Mi amigo el dolor

Hay muchas maneras en las que aparece en nuestra vida, podemos dejarlo que cumpla su proceso que duela, sentirlo y que forme parte del crecimiento y aprendizaje.

A lo largo de estos años he aprendido a convivir con él y que se transforme en algo bueno para mí. El dolor emocional puede ser menos aplastante cuando conseguimos aceptar y superar lo que nos hace sentirlo.

Esto puede llevarnos a límites extremos y desencadenar en una gran depresión o también en una enfermedad física. Para aminorar esa sensación punzante, que es dura, hay que encontrar la raíz, saber dónde radica y el porqué apareció.


Salir a flote no es algo sencillo, pero se puede, debemos tomarnos el tiempo de pasar la tormenta o el duelo; siempre debemos recordar que después de una noche larga y oscura amanece, porque la lluvia tiene el poder sanador de curar y de limpiar.  No lo dudes, tenemos permiso de lamer nuestras heridas y mimarnos.


El dolor llega por diversas situaciones se aloja y puede ser un invitado nefasto o transformador, toma un tiempo razonable encontrar la herramienta de cómo soltarlo y dejarlo ir, hacernos conscientes de esa vulnerabilidad en la que estamos es un proceso natural y necesario de aprendizaje, que debemos atravesar para que esté realmente se transforme en crecimiento.


No hay que temerle al dolor, vamos a dejar que haga su trabajo y que no sea un ocupante debilitante y aniquilador.  El dolor tarde o temprano se mudará.

El dolor físico es mucho más complejo, se puede aprender a vivir con él, solo que es agotador, te debilita, nos hace frágiles y debemos darnos permiso de parar cuando las fuerzas fallan.


Al dolor hay que reconocerlo darle cara, ser consciente de que estará ahí como parte de tu vida y abrazarlo cuando hace frío, cuando penetra y te deja pequeño e indefenso.  Es una visita que siempre estará y puedes aprender a tenerlo y que no sea tan molesto, debes prepararte para cuando viene y darle el tiempo para que sea una visita menos “no deseada” y que cuando decida irse tú estés dispuesto a disfrutar de los días de sol.

El dolor y yo somos amigos, cambió mi vida, sé que siempre va ir y venir, no es de las visitas preferidas ni a la que eche en falta, pero debo reconocer que me ha hecho un mejor ser humano, resiliente, empático y tolerante.


Después de muchos años nos hemos conocido mejor, sabemos el uno del otro, a veces es oscilante a veces puñetero, pero se deja ver y como nos conocemos sabemos llevarnos bastante bien cuando se despide me puede dejar extenuada sin embargo veo la vida con más color.


Si, lo reconozco no es fácil ser amigos es jodido como él solo, es inesperado, voluntarioso, penetrante sin embargo a través de él he conocido a la sanación, a la oración, a la meditación y a la liberación siempre dicen que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. ¡¡Y aquí estamos con el dolor a cuestas y con muchas risas lo mandamos a tomar la siesta !!

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Este es un proyecto que lleva en mi cabeza mucho tiempo y que por fin puedo hacer realidad, espero os guste.

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