Capítulo 8

Cómo narrar que la niña se hizo madre, que la muñeca con la que ella tanto soñó fue el primer regalo y el más hermoso que Dios le entregó. Concebirla fue algo deseado, quería ser madre y desde muy temprano sabía el nombre que le pondría.

Creciste en mi vientre fuerte, ambas en los meses de gestación fuimos formándonos al mismo tiempo yo vulnerable, tú inocente siempre fuiste muy buena, desde dentro mío  ya lo eras; me preparé  a tu llegada lo organicé todo con tanto amor y el día en que estabas lista para conocerme me avisaste de a pocos que llegaba la hora, siempre suave y dulce así fue, ahí estabas sin mucho aspaviento sin nada de dolor se dio justo en ese instante entre mis brazos mirando tu rostro conocí lo que era el amor.

Nunca me diste guerra (habló de la bebé) tu sonrisa lleno mi vida eras mi muñeca y cuidaba cada detalle en ti. A pesar que te mostrabas fuerte y temperamental eras muy frágil, pero te imponías no te dejabas eras una guerrera desde muy pequeña la defensora de tus hermanos y de todos los que amas porque eres la protección en persona, la entrega total sin reparos eres de esos seres humanos con los que deberíamos encontrarnos alguna vez en la vida.

Gracias a ti conocí que el mundo era más bonito de lo que yo creía, fuiste la motivación para crecer y ser la mujer que soy ahora porque le diste color a mi vida, me diste una razón para quedarme. Sé que no he sido ni seré perfecta, pero tú eres perfecta por las dos. Dios me regalo todo contigo, pero no todas las palabras que diga podrán alcanzar a expresarlo.

 Juntas hemos caminado, tropezado, reído, llorado, nos hemos enfadado tres minutos, y mil situaciones en las que al ver tu rostro se hizo más fácil. Todo lo aprendimos juntas, mi conejilla de Indias, mi soporte, mi piedra en el bolsillo, mi inquietud y mi búsqueda.

Ese seño en tu rostro que es infaltable cuando te enfadas y cuando te avergüenza mi desenfado, llevas escondida tú sonrisa de niña por esa timidez gigantesca y esa voz que solo conocemos los que te amamos que cuando cantas es dulce y melodiosa y cuando te enfadas nervio absoluto.

Hoy tu ser es aún más brillante y has extendido una parte de ti que revolotea y brilla; que nos brinda dosis de amor interminables a diario y que me hace la abuela más feliz del universo.

Princesa de mi cuento, el sueño que se hizo realidad, mi espacio vital, mi mano, mi corazón y mi vida. Tenemos un mundo por vivir y tú la que más habrá mil batallas que vencer, pero siempre de mi mano te sostendrás. Gracias por enseñarme tanto, por darme la oportunidad de ser tu madre, por amarme imperfecta, por darlo todo sin esperar nada a cambio eres el regalo más bonito y por el que siempre agradeceré, no lo diré muy fuerte, pero estamos destinadas a repetir porque de lo bueno y bonito uno quiere más.